
Nauta navigandum in dementia
A manía,
La diosa que castiga con la locura a los ciegos de corazón.
Narradora de la cólera divina que aqueja a los mortales.
“Solo fue un rollo de una noche”
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Un hombre se folla a una mujer. El sujeto “un hombre” el objeto “una mujer”. Está bien para la sociedad. Pero si la mujer es el sujeto y el hombre el objeto… no está bien. Cuando una mujer da orden la juzgan, le dicen soberbia y prepotente, pero el poder de las mujeres está en la capacidad infinita de dar amor.
Yo doy amor a los hombres. Los persuado a que se entreguen a mí, hasta que sucumban al cruel destino. Pues soy el castigo de los hombres. Fui creada para castigar a los que engañaron y robaron a mi padre. Esos hombres de excesos, orgullo y soberbia, generaciones de caídos, tratando de poseerme.
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Me comparan con ese fruto enrojecido, me visualizan como el fuego. Piensan que, al tenerme, tendrán la sabiduría que robaron de mi padre. Pero soy un cruel espejismo que los aleja de la verdad. Soy ese mal que desean con locura. Soy esa a la que llamaban demonio, con el tiempo se referían a mi como una enfermedad, luego fui una carga necesaria, ahora me dicen ´nena´.
Sin esperar mucho tiempo hinco mis afilados colmillos en su piel. Absorbo sin derramar ni una gota de sangre, que calienta mi apetito voraz. Ellos desean dominarme, les acerco el poder y cuando lo quieren tomar se los quito del camino, una y otra vez. Un juego que los desestabiliza y seduce a la vez. Sin tener más opciones, ofrendan su cuerpo solo por satisfacción propia, yo sacio mi sed en lo que parecen unos segundos y lo abandono.
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Me gustaba jugar, espiar a mi víctima antes del castigo. Y, avergonzado, se esconde, en busca de ese poder varonil que fue absorbido de sus venas. Antes salían a las calles para hacer estragos. Los encerraban, los condenaban y torturaban. Ahora, se atiborran de píldoras llamadas Xanax y Diazepam y se esconden por el resto de sus vidas, bajo la fatiga que los consume y los aleja de esa luz robada.
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Herácles
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Héroe griego, hijo de Zeus, nacido en Alcmena, mujer mortal engañada por Zeus quien de noche adopto la apariencia de su esposo quien estaba en la guerra. Cuando Hera se enteró del fruto de la infidelidad de Zeus, quiso vengarse del niño. Retrasó su nacimiento y adelantó el de Euristeo, hijo de Anfitrión, obteniendo la primogenitura y la corona. Pero Hera fue engañada por la criada, quien fue castigada y convertida en comadreja.
Sin embargo, con tan solo ocho meses de edad, Heracles mató dos serpientes enviadas por Hera para que lo asfixiaran. Creció en Tebas, bajo el reino de Anfitrión y enseñado con los mejores maestros.
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Al echar un vistazo a la infancia de Heracles, podemos encontrar cierto rechazo por el orden social, un trastorno de déficit de atención con predominio a la impulsividad, que más tarde lo sepultarían a la agresión. El haber matado a su maestro Lino, de un golpe con una lira lo condenó a aislarse para cuidar el rebaño de Citerón. Sus abundantes cualidades, como la fuerza, el coraje, el orgullo y la vanidad lo condenaron a ser aislado de la sociedad, debido a su naturaleza incontrolable.
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En sus aventuras, logró matar al león que comía a sus ovejas. Ahora, adornado con sus pieles, en el camino se encuentra a los emisarios de rey Orcómeno que vienen a reclamar los cien bueyes que Tebas le debía. Heracles cortó sus narices y orejas desencadenando la guerra entre ambos reinos. Venciendo así, a Orcómeno. El rey Creonte le concedió a su hija para que la convirtiera en esposa, Megara. Así, Heracles eligió el camino de la fatiga gloriosa.
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Pero lo que detonó fue el haber matado a su mujer e hijos con sus propias manos para luego arrojarlos al fuego. Luego de despertar del letargo de la locura momentánea creada por Hera, se aisló a las tierras salvajes llevando el dolor por la pérdida y el odio a sí mismo y a su naturaleza. A esto se le denomina trastorno depresivo mayor, episodio único, grave y sin síntomas psicóticos.
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En busca del perdón de los dioses y de Tebas. Debió afrontar las doce tareas, que bosquejaba la lucha del hombre contra la naturaleza, cercana a la muerte.
La primera tarea fue el matar al león de Nemea y despojarle de su piel. La segunda tarea era la de matar a Hidra de Lerna, mitad mujer mitad serpiente de nueve cabezas, de la que una era inmortal. Esta criatura infestaba a la región infectando el aire y secando la tierra. Heracles quemó sus cabezas y machacó la inmortal con un martillo, tomo sus flechas y las llenó de su veneno. El tercer trabajo fue el capturar a la cierva de Cerinea. Cierva de Artemis con cuernos de oro y pesuñas de bronce. La persiguió por un año sin caer en el delirio de la repetición. El cuarto fue el capturar al jabalí de Erimanto, Heracles lo llevó ante Euristeo quien se escondió de temor.
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En su descanso, el centuaro lo invitó a la mesa, sin embargo los otros centauros asaltaron a Heracles, pues era una deshonra tomar vino con él. Heracles mató a unos de ellos, y entre estos estaba su buen amigo y maestro, Quiron.
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Las aves de Estinfalo fueron el quinto trabajo, se alimentaban de carne humana, con plumas de bronce que aislaban las armas y caían a la tierra como flechas. Heracles mató una parte de ellas agitando unas castañuelas regaladas por Atenea. Los establos de Augías estaban sucios de excremento, debía limpiar en un solo día. Heracles debió los ríos hacia los establos. El héroe se vengó de Augías por tomar su rebaño, lo mató y mató a su descendencia.
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Las yeguas de Diomedes, quien las alimentaba con carne humana. Heracles lo mató e hizo que sus yeguas lo comieran, luego domó a las yeguas y las condujo a Euristeo, quien las dejó en libertad. Capturar al toro de Minos parecía una tarea fácil, pero desembocó una furia a toda la aldea. Aun así, no lo detuvo. El cinturón de Hipólita, reina de las amazonas se lo dio a Heracles, pero Hera corrió el rumor de que Heracles capturaría a la reina, y eso causo una terrible guerra.
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La fatiga fue la travesía en busca de los bueyes de Gerión. Cruzando el desierto de libio el calor lo agobiaba, el delirio de su necesidad lo hizo disparar flechas a Helios con furia. Este le pidió que parara, y Heracles le pidió que anocheciera para cruzar de este a oeste para llegar hasta el ganado de Gerión, custodiado por Cerbero y el pastor de Hades. Los cortó en tres pedazos y llevó los bueyes hasta su codicioso hermano, Euristeo.
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Las manzanas de Hésperides fueron el regalo de Gea a su hija Hera, custodiadas por las Esperides, ninfas de Manía, de la noche, juguetonas de sus males. Cuando llegó al jardín, lo esperaba Atlas, quien le dio las manzanas a cambio de que cargara al mundo, pero Heracles se liberó engañándolo y huyendo.
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La ultima tarea, y la mas difícil fue la captura de cerbero. Entrando a la tierra de los muertos. Descendió al Hades con la ayuda de Hermes, pero Hades accedió a que domara a Cerbero, el perro de tres cabezas. Lo tomó por el cuello y lo llevó a Euristeo, devolviéndolo al Hades.
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¿Quién no caería en la locura si navegas entre ella?
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Byblis: el elixir de la locura en el amor.
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La lluvia caía en su espalda, miles de latigazos le recriminaban su pecado. Pero no podía parar de caminar, de recordar su amor por Cauno le daba fuerzas para dar cada paso entre la niebla. Imaginaba el encuentro que nunca llegaría, y con desolación recordaba el rechazo de su hermano Cauno, al confesarle su amor culpable y desenfrenado.
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Cauno había huido de repente, y su intrépido amor había emprendido el viaje con él, llevándose la poca razón de Byblis. Ahora, entre lágrimas inconsolables, caminaba por Asia menor, buscando un rasgo de su amado hermano, pero el cansancio comenzó a cobrar en su joven cuerpo y las esperanzas de ser amada se perdían. Grandes surcos de lágrimas cubrían sus ojos, que le impedían ver el risco en el que cayó, acabando con sus penas al instante.
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Las ninfas miraron el cuerpo con pena, y lloraron por aquella víctima del castigo de los dioses hacia sus antepasados. La joven maldecida antes de su nacimiento, con la locura en su sangre, y su alma pura. Decidieron transformarla en una fuente inagotable, como las lágrimas que su adolorido cuerpo había derramado.
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Delirio
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Bebió la copa de a sorbos, mientras se acomodaba y sentía. Pudo imaginar los bailes en grupo, con cuerpos enlazándose armoniosamente. Imaginó un lugar luminoso, con arañas de cristal que colgaban en los techos con elegancia, las joyas que recorrían los cuerpos que bailaban hacían reflejos en la pálida piel. Podía escuchar las risas escandalosas de mujeres que rodeaban a un Dandi.
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“Cierra los ojos” escuchó un susurro en la lejanía y obedeció, dejándose llevar por su poderosa imaginación. Comenzó a sentir la suavidad de la alfombra que rodeaba sus pies, adornados con unos preciosos zapatos decorados con piedras brillantes. Escuchó que el tocadiscos evocaba el sonido desafinado de los violines y el piano. Percibió como el vuelo de las faldas danzantes, soplaban. En el baile, todos usaban prendas exóticas, con plumajes y pieles de animales, con colores fuertes que escondían la verdad. A la sombra se distorsionaban en demonios grotescos, desfilando entre vanidad y lujuria, entre soberbia y envidia que sudaban en los ventanales de cristal.
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El olor a la exquisita comida le despertaba su hambriento estomago, pero ningún otro cuerpo despertaba ante la grande comida que adornaba las mesas. Los anchos vestidos de satín, dejaban a la vista los pechos de las mujeres que los cubrían sus enguantadas manos. Mientras se movían en una danza estrepitosa y deforme, al compás de sus voces. Todo lo que brillaban empezaba a enceguecerla, todo lo que escuchaba la ensordecía. Intentó escapar, pero la habían pintado en una jaula de cristal.
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La noche en el que el día muere
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A Nyx, la hija del caos
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Te robas los recuerdos de tu hermana Hemera. Y en la noche sales con un velo negro y unas pocas lentejuelas lo adornan. Danzas en el cielo, en el descanso de los mortales reposas y reproduces esos recuerdos robados con gran distorsión y poca elocuencia, que provoca que las manías se rían ante lo absurdo.
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En un péndulo duermen los mortales, buscando la respuesta de su realidad, y los enloquece pensar que el tiempo se acaba, entre la realidad y el sueño.
Al terminar la noche, te bañas en el río del olvido, en donde se hunden los recuerdos robados, como arenas en el río.


